domingo, 19 de abril de 2009

MI DECIR



Hay que juntar las palabras
y exigirles que hablen.

No me sirve el silencio;
el silencio se seca en mi vaso
cuando estás.
Son tiempos gastados
que vienen y se sacuden
delante del desconcierto
en que estoy enredando
todo este desconsuelo.

Para tu vereda
yo tengo el eco inconfesable
de estos pasos.

Persiguió tantas lunas
la sombra de mi sombra;
en esa ventana se apagó la semilla
de cuántas estrellas
que aprendí a silabear en tus ojos.

No es posible
mirarle la luz a este día
si yo no hablo el idioma
que aprendí
en la ternura de tus manos.

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