sábado, 30 de junio de 2012

ABRAZO











Esta noche de Año nuevo                
podría ser auténtica.                        
Con el abrazo tuyo,                         
hermana,                                         
voy a enrollar la cañuela
del volantín perdido.                         

Apretaré los dientes                          
porque las palabras sueltas
hacen llorar                                      
no te niego                                        
hermanita:                                         
aún como la sopita de pan,
cuando llueve                                    
y tengo pena.                                    

Desde niño
conocí la verdad contagiosa
de esa brújula tuya
hermanita mayor.
Tenías un Dios artesanal;
lo compartías,
nunca pudiste evitar
ir mostrando horizontes.

Mañana,
la gente se habrá vestido
con su esperanza 2012.
A mí,
déjame en esta esquina
mirando para atrás.
Anoche volvieron a crujirme
las estatuas de sal
que conocimos.

domingo, 8 de agosto de 2010

LLUVIA CANSADA


Está lloviendo aquí en el monte
y todos se han puesto de acuerdo
para escucharle a la lluvia
su cuento viejo.
¿Por qué no viene el viento
a imponer sus descriterios de mayordomo?
¿Dónde se quedaron los pájaros
que me quiebran el sueño
en el filo de las madrgadas?


Llueve... llueve...
con la letanía insoportable
de los relojes enfermos,
midiendo tiempos ajenos.
¿Para dónde cruzó
el último ladrido sin perro,
que trotó desconsolado
buscando domicilio
en la orfandad del matorral?
¡Canten ahora gallos de mierda!
Quiebren este momento infinito
con su cuchillo trazador de lejanías.


Llueve y llueve...
se arrastra la lluvia
con tranco insoportable
de mula carbonera.
Al sueño no puedo aceptarlo
cuando amenaza
con esa cara enfermiza de eternidad.


Lento... llueve... lento...
El monte no se compromete;
está ciego, está mudo,
está sordo.
El río no quiere entrometerse
con mi hastío
y pasa como si nada ocurriera,
repitiendo inútilmente
su monserga de siglos,
aunque esta lluvia infectada
le apeste la cara.

domingo, 19 de abril de 2009

EMBRIAGUEZ



En el espejo
de los pasos primeros
casi siempre hay una copa colmada
inaugurando desconciertos en la sangre.

No hay recodos para olvidar
la primera borrachera,
la que no alcanza
para desarmar la ingenuidad
que te hace hombre entre comillas.

Dolorosas espuelas del vino
forzando galopes sin sentido,
encumbrándonos la risa inexplicable,
hasta cuajarla en llanto desconsolado,
ese que traíamos de la infancia.

Llanto carcajada, carcajada llanto
ardiendo en la llamarada azul
que habita en el fondo de los vasos.

Desafiados por la fragante
incertidumbre de los caminos,
aún iremos liberando los demonios
que nos esperan en el fondo de las botellas.

El mundo se arregla cada día
en la mesa fraterna del vino,
y ya no será necesario
regresar al desconsuelo
que nos tatuó la primera borrachera.

Ahora iremos riendo y llorando sin motivo por las calles
embriagados por los fuegos de esos vinos
que guardamos en el alma.

MI DECIR



Hay que juntar las palabras
y exigirles que hablen.

No me sirve el silencio;
el silencio se seca en mi vaso
cuando estás.
Son tiempos gastados
que vienen y se sacuden
delante del desconcierto
en que estoy enredando
todo este desconsuelo.

Para tu vereda
yo tengo el eco inconfesable
de estos pasos.

Persiguió tantas lunas
la sombra de mi sombra;
en esa ventana se apagó la semilla
de cuántas estrellas
que aprendí a silabear en tus ojos.

No es posible
mirarle la luz a este día
si yo no hablo el idioma
que aprendí
en la ternura de tus manos.