Esta noche de Año nuevo
podría ser auténtica.
Con el abrazo tuyo,
hermana,
voy a enrollar la cañuela
del volantín perdido.
Apretaré los dientes
porque las palabras sueltas
hacen llorar
no te niego
hermanita:
aún como la sopita de pan,
cuando llueve
y tengo pena.
Desde niño
conocí la verdad contagiosa
de esa brújula tuya
hermanita mayor.
Tenías un Dios artesanal;
lo compartías,
nunca pudiste evitar
ir mostrando horizontes.
Mañana,
la gente se habrá vestido
con su esperanza 2012.
A mí,
déjame en esta esquina
mirando para atrás.
Anoche volvieron a crujirme
las estatuas de sal
que conocimos.