domingo, 8 de agosto de 2010

LLUVIA CANSADA


Está lloviendo aquí en el monte
y todos se han puesto de acuerdo
para escucharle a la lluvia
su cuento viejo.
¿Por qué no viene el viento
a imponer sus descriterios de mayordomo?
¿Dónde se quedaron los pájaros
que me quiebran el sueño
en el filo de las madrgadas?


Llueve... llueve...
con la letanía insoportable
de los relojes enfermos,
midiendo tiempos ajenos.
¿Para dónde cruzó
el último ladrido sin perro,
que trotó desconsolado
buscando domicilio
en la orfandad del matorral?
¡Canten ahora gallos de mierda!
Quiebren este momento infinito
con su cuchillo trazador de lejanías.


Llueve y llueve...
se arrastra la lluvia
con tranco insoportable
de mula carbonera.
Al sueño no puedo aceptarlo
cuando amenaza
con esa cara enfermiza de eternidad.


Lento... llueve... lento...
El monte no se compromete;
está ciego, está mudo,
está sordo.
El río no quiere entrometerse
con mi hastío
y pasa como si nada ocurriera,
repitiendo inútilmente
su monserga de siglos,
aunque esta lluvia infectada
le apeste la cara.